Lo peor de todo es que es culpable el peón del rey.
(de “Un dólar, un reloj y una frase sin sentido” de Lisandro Aristimuño)
Había una vez una ciudad con buenos aires, donde todo lo que nacía moría para sumarse a la normalidad... como si no hubiera diferencia alguna entre estar vivo y estar no-muerto. En la ciudad con buenos aires había de todo pero no tanta gente andando en dos ruedas. Había una juventud que había firmado su fecha de defunción en un boliche incendiado, había un grupo de nuevos vampiros-políticos de nuevas tendencias que se relamían ante las desgracias ajenas buscando como siempre su superávit. Vampiros con una nueva careta que buscaban un nuevo pedazo de la torta, un nicho en el mercado.
Entonces había una movida que llegó quién sabe cómo a la ciudad. Desde el norte, una tendencia que tomó forma propia: una nueva forma de tomar las calles una vez por mes, una Masa Crítica. Ésta masa comenzó a levar. Ésta masa comenzó a crecer con la iniciativa de jóvenes, adultos, niños, mujeres y hombres con las banderas de la autonomía, la independencia y la certeza de que las calles son de todos. Una masa que llegó a crecer tanto que incentivó a ciertos ingeniosos y creativos que trabajan para éstos vampiros y les encendió la lamparita.
Un nuevo círculo virtuoso. Nuevas tendencias que desembarcaron como Cristóbal para vaciar tus bolsillos de nueva clase obrera. Nuevas personas para ser, nuevas formas de ser exitoso y aceptado socialmente. Un nuevo círculo virtuoso. Entre las montones de diferencias que encontramos entre un automóvil y una bicicleta hay una que parece ser más clave. Quienes no llevamos las banderas de la “ecología” y la “sustentabilidad” nos damos cuenta que hay un asunto en el incentivo al consumo. Para tener un auto hablamos de tener miles de pesos, para mantenerlo hablamos de cientos de pesos de nafta y cientos de pesos de seguros y papelitos. Para arreglarlo, hablamos de que cada vez más los autos vienen más herméticos en sus tecnologías y con servicios especializados de cada una de las marcas para que sea imposible hacerlo por tu propia cuenta. Para ser más y más exitoso y aceptado en la sociedad, tenés que tener un auto último modelo por lo que debés renovar esos miles de pesos de inversión cada cinco años. Por la otra parte, en La Fabricicleta seguimos reparando y reciclando bicicletas que funcionan y fueron abandonadas, bicicletas de décadas pasadas que todavía pueden ser utilizadas y que no precisan más que ingenio y mantenimiento. Y no se necesita carnet de conducir, ni seguro, ni tener miles de pesos, ni que tu bici sea último modelo y plegable sino: solo aire y ganas.
Ingeniosos y creativos hace décadas funcionan generando y creando falsas necesidades. ¿Qué es realmente preciso en la vida para vivir? La respuesta no sólo está en Tarea Fina, sino en lo que vemos todos los días al salir a la calle.
La maquinaria se mueve y quienes somos parte del bicicletismo de los últimos años nos damos cuenta. Noticias de bicicletas en portales de internet, la Masa Crítica levada en los noticieros del horario pico, lluvia de propuestas de entrevistas a nuestro taller popular. Y a toda máquina hay algo que la hace andar...
Ingeniosos y creativos cooperaron para que los vampiros inviertan dinero en nuevas bicisendas. Pero el dinero invertido por éste estado neoliberal actual nos habla de un dinero invertido para que esa inversión devuelva a ciertas empresas su apoyo. Hay un boomerang en la City mi amor, o algo conocido en el Río de la Plata como “tongo”. Nuevas bicisendas, nuevos bicicletistas... nuevos consumidores y así nuevos beneficios para ciertas empresas.
En La Fabricicleta creemos que no hace falta más que aire y ganas para andar en bicicleta todos los días. En La Fabricicleta creemos en vos como sos, tengas lo que tengas y seas quien seas. Vos sos bienvenido.
Ingeniosos y creativos están disfrazando lobos de corderos.
Que no te agarren. No necesitás ningún jean para ser feliz.
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